VIBRACIONES QUE MODULAN NUESTRA MANERA DE ESTAR JUNTAS
Si mañana descendiera una nave extraterrestre. Si la humanidad estuviera amenazada o al borde del colapso y me viera en la urgencia de presentar ante los recién llegados un argumento para la supervivencia, no dudaría en qué mostrarles. Acercaría a la cara de uno de ellos la pantalla de mi teléfono móvil, y haciendo señas le invitaría a ver primero el flashmob de la OSV. Un vídeo que lleva más de 94 millones de visualizaciones. Detente, le diría al extraterrestre, déjate interpelar, confía en la maravilla de la vida en común que es el lugar al que acabas de llegar.
El filósofo R. Andrés dice que la música nace, al menos en parte, como una imitación de los fenómenos acústicos naturales, pero también como un conjuro. Una especie de lenguaje que persigue desvelar lo invisible a la vez que consolarnos. Los antiguos egipcios sanaban con el canto y la compañía de un instrumento. La escuela pitagórica iba más lejos y aseguraba que incluso tenía como función regir la correcta armonía de los astros en el cielo. Algo que los estudios más recientes han trasladado a la convivencia armónica entre las personas y los grupos sociales.
La musicóloga francesa G. Brelet decía en Estética y creación musical que el ritmo es social por origen y destino. Porque no se trata tanto de cómo la música se desarrolla, sino de lo que la música es testigo y hacia dónde nos puede transportar. Porque es lo que sucede entre quien ejecuta el instrumento y el otro, individual y colectivamente. Es este espacio entre nosotros, invisible, que nos une como especie.
La OSV lleva treinta y siete años cultivando este espacio; haciéndolo habitable y común a través, sí, de su materia de especialización y de un trabajo profesional, pero también de una vocación de apertura que incluye todas las escuchas posibles. La música no es de quien la hace, sino de quien la necesita, dicen desde la OSV; trabajan diariamente para hacer posible descubrir esa necesidad y acompañarla de forma innovadora, cultivando emociones.
M. T. Thomas sostiene que toda música es, esencialmente, sobre nada. Si hacemos un ejercicio de simplificación, todo se reduce al diseño de tonos y silencios en el tiempo. Es decir, vibraciones que aparecen y desaparecen. Sí, solo es un fenómeno de la física, pero ¿qué ocurre entonces con esas vibraciones para que resulten tan vitales para nosotros? Quizás nunca sepamos nombrarlo con palabras. Pero podemos experimentar lo que pasa en y entre nosotros cuando suena la música; e incluso, lo que ocurre después, cuando los intérpretes dejan de tocar: de cierta manera, permanecemos juntas. Una forma de comunión de una orquesta concebida bajo los principios de la autogestión, la proximidad y la inclusividad...
Si mañana descendiera del cielo una nave extraterrestre... y yo, por azares ajenos a este texto, me viera en la urgencia de presentarles un argumento para la supervivencia... No dudaría en invitarles a escuchar y emocionarse, a dialogar y participar, de la nueva temporada de la OSV.
Àngel Mestres
Director de Trànsit Projectes.
Coordinador Máster Empresas e Instituciones Culturales UB.